En pacientes diabéticos podrían medir los niveles de glucosa y luego transmitir esos datos.
Una empresa de Florida, Estados Unidos, está desarrollando una nueva generación de microchips implantables en humanos, que podrían medir los niveles de glucosa en la sangre y transmitir, de modo inalámbrico, esa lectura a lectores externos.
Scott Silverman, gerente general de PositiveID, la firma que diseña el chip, declaró aFloridaTrend.com , una publicación de negocios, que el pequeño dispositivo –que se colocaría bajo la piel de los pacientes diabéticos– también podría asumir la función de regular la liberación de insulina.
Lo habitual es que para controlar sus niveles de glucosa, los pacientes diabéticos deban extraerse pequeñas muestras de sangre pinchándose un dedo. Operación que dejaría de ser necesaria si pudiera contarse con un monitoreo constante de la glucosa como el que promete el nuevo microchip.
Allison Tomek, de PositiveID, le dijo a Tecnocgh vía e-mail que, si todo sale bien, el chip estaría en condiciones de comercializarse recién dentro de dos o tres años.
El diminuto dispositivo transmitiría las mediciones por radiofrecuencia a un lector externo.
Y –en un funcionamiento pleno del sistema– ese lector podría remitir las mediciones a una base de datos vía mensajes de texto, lo que permitiría que terceros –médicos, familiares– accedieran a ellas.
Los chips implantables en personas aparecieron hace unos ocho años. De tamaño comparable con el de un grano de arroz, se los presentó como una alternativa para identificar a sus portadores (reemplazando tarjetas de identificación, llaves o contraseñas).
Esa primera generación de chips puede inyectarse con sólo aplicar una dosis de anestesia local, ya sea en una mano, un brazo u otra parte del cuerpo, y tiene un funcionamiento relativamente sencillo.
Se limita a almacenar un número (generalmente de 16 cifras) que puede ser leído, mediante radiofrecuencia, por un sensor externo . Al detectar la cifra, ese sensor desbloqueará el acceso a una computadora, abrirá una puerta, o realizará otra operación según se lo haya programado.
Otro uso que se pensó para esos chips fue que facilitaran el acceso a las historias clínicas de quienes los llevaran. En ese caso, la cifra leída por el sensor conduciría a identificar certeramente a un paciente en una base de datos, y daría rápido acceso a su historial médico. Se suponía que sería adoptado por personas con enfermedades que pudieran afectar –aunque sea de modo momentáneo– la capacidad de comunicación.
El dispositivo tuvo luz verde de la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) en 2004. Pero al mismo tiempo, generó controversias.
Organizaciones defensoras de los derechos civiles lo consideraron un avance inaceptable sobre la privacidad de las personas.
Las voces en contra de este tipo de chips –ampliamente usados, aun en la Argentina, para el seguimiento de mascotas y ganado– señalan que con ellos cada persona se transforma en un número en una base de datos, y que sería muy factible que el dispositivo comenzara a usarse con fines de vigilancia .
A su vez, el sistema no encontró gran aceptación entre sus potenciales usuarios. A lo que se sumó que, en 2007, se conocieron estudios que relacionaron los chips con la aparición de tumores malignos en animales. Así, los chips implantables entraron en un cono de sombra, y aunque se conocen casos aislados de personas que los adoptan, su uso no se extendió. Ahora, con la detección de glucosa como función principal, buscan darles un nuevo impulso.
Un chip inyectable
Los chips implantables en personas aparecieron hace unos ocho años. De tamaño comparable con el de un grano de arroz, pueden inyectarse a nivel subcutáneo con sólo aplicar una dosis de anestesia local.