Expuestos cada noche al cielo del desierto de Atacama, los gigantescos ojos del ESO Very Large Telescope, en el Observatorio de Paranal, terminan acumulando una capa de polvo que afecta a sus observaciones. Igual que uno limpia sus gafas cuando se empañan, los espejos de estos telescopios deben someterse a un proceso periódico de limpiado que implica una tarea bastante delicada: sacar, mover y pulir un espejo de 22 toneladas, 8, 2 metros de diámetro y apenas 17 cm de grosor.
El primer paso del proceso consiste en sacar el gigantesco espejo con sin que se dañe, colocarlo en un camión especial y trasladarlo desde los de 2.635 metros de altitud de este páramo desierto hasta un laboratorio.
Una vez allí, comienza un delicado proceso de limpieza que se inicia con la retirada de las impurezas más grandes y visibles. Después, el espejo es introducido en una cámara de vacío y una máquina lo limpia milímetro a milímetro, hasta dejarlo pulido y sin una mota de polvo. Por último, los técnicos deben cubrir el espejo con una microscópica capa de aluminio que mejora la reflectividad del espejo.
Durante todo el proceso, el espejo se cubre con una lona que "no solo lo protege sino que también previene que concentre los rayos solares y queme todo aquello que se cruce en su camino".
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miércoles, 7 de abril de 2010
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