viernes, 10 de septiembre de 2010

¿Es éste el futuro que nos deparará la tecnología táctil?

Sin duda estamos en una época de transición. Una transición tecnológica a pasos agigantados que no nos permite pararnos a pensar realmente qué fue y qué es lo que el futuro nos devendrá, pero está claro que no amaneceremos un día y veremos autopistas en el cielo en las que naves, como glóbulos rojos fluirán por esas arterias en la cotidianidad de nuestras vidas. No, el futuro tecnológico está bebiendo de esa ciencia ficción que tanto nos atrae a muchos, pero de una forma mucho más pragmática y dentro de las limitaciones técnicas que el avance tecnológico del ser humanopropiamente impone.
Como una tímida novela de anticipación el futuro ya se presentó hace tiempo y no sólo en términos de ocio; está presente en muchos tipos de ingenierías, en materias de salud, hospitales, en la arquitectura y megaconstrucciones, etc. Muchas veces es un efecto secundario del avance que se establece en un segundo plano delante de nosotros. Realmente son los menos los que están al corriente de estos avances; nosotros como meros mortales, como usuarios de la tecnología que más de cerca nos toca utilizamos nuestra más ingenua capacidad de ensoñación al servicio de los fabricantes tecnológicos más punteros, para dejarnos asombrar por nuevos conceptos e ideas que llevan tiempo cociendoseen los respectivos departamentos de I+D. Nuestra única misión: comprar, consumir, generar un feedback, promover, hablar y abrir nuestro mundo más analógico a la transición de la que hablaba, sin olvidar claro está nuestro uso y disfrute. Lejos de esta pequeña reflexión que roza lo metafísico, os quiero mostrar un pequeño vídeo dónde se nos muestra cómo sería ese futuro en el que las pantallas táctiles han adquirido un gran peso, y las cuales han avanzado lo suficiente para poder integrase de una manera casi natural en nuestras vidas. Es algo vital creo no querer cambiar nuestro hábitos, es la fórmula del éxito. Es decir, extender nuestras capacidades, nuestros actos y comportamientos mediante un valor añadido de carácter tecnológico. 
Cuando la cosa es al revés es cuando fallaremos en ese intento, no es compatible ni inherente al ser humano querer cambiar costumbres y comportamientos amoldados a través de generaciones mediante la incursión (o intrusión) de nuevos gadgets tecnológicos.

Volviendo al vídeo, podremos ver como el uso de las pantallas táctiles no podría tener un límte físico, dispositivos que podemos ajustar a medida, a nuestro gusto, y en el que la información se muestra y se desarrolla de una manera intuitiva. Un espejo, delante del que nos lavamos los dientes nos saluda: Good Morning Emilie! reza, mientras se cargan a través de ¿WiFi? las últimas noticias, el tiempo, nuestra agenda, etc. suficiente para despertar nuestras capacidades cognitivas en esos diez minutos que pasamos en el baño cada mañana. Después vemos lo que suponemos una oficina, un diseñador o maquetador que es capaz de girar una foto con un simple golpe de dedos para mostrárselo a su compañero; una mesa con información; capacidades para compartir, tecnologías p2p llevadas al límite son sólo algunas de las ideas que a todos, o al menos a una gran mayoría, nos gustaría poder disfrutar algún día que aunque no cercano, se empieza a atisbar en el horizonte de este progreso. Todo esto tiene un pero, o quizá tenga muchos más, pero para mi uno evidente y que llega a rozar el estrés es ese posible bombardeo de información, una actividad extenuante para nuestro cerebro que como siempre acabará por desaparecer echando unas cervezas con nuestros amigos, unas analógicas cervezas con nuestros analógicos amigos.


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